Autora: Lourdes Hernández
De niño nadie me enseñó a manejar el dinero, declara la mayoría de los participantes de los talleres de educación financiera.
Yo me incluyo en esa afirmación pues no me enseñaron el manejo de dinero en casa.
Nací en una familia de diez hijos, donde lo mejor era una actitud militar. Y estuvo bien para forjar el carácter.
Lo que faltó fue darnos conocimientos básicos sobre qué es el dinero, para qué sirve, cómo se lo obtiene. Y después, darnos la responsabilidad de administrar cada centavo.
Le debo a mi madre cuidar el dinero, dice Jazmín González, una estudiante. Mamá me decía que hay que guardar para imprevistos.
Entregar a los hijos, desde niños, una cantidad de dinero mensual, enseñarles a ahorrar una parte, no ceder ante sus caprichos, convertir a los hijos en aprendices del oficio de los papás, permitir que vendan limonada o galletas a los vecinos, son pasos cruciales para la vida.
De forma espontánea, algunas de mis hermanas fueron ahorrativas, planificaban su vida con base en metas y hasta nos prestaban dinero a los menores.
Igual fue con la cocina: algunos, naturalmente, entraban a la cocina, aprendían y practicaban recetas y creaban sus propios potajes.
¿Qué es el dinero? Según Valeria Arellano, el dinero debe ser considerado como un valor más. Si en la casa se habla de dinero cuando hay problemas, se desarrolla inseguridad en los niños. Si se habla naturalmente de éste, sin mayor aspaviento, los chicos aprenden a cuidarlo, sin provocar ansiedad ni avaricia.
¿Para qué sirve el dinero? Es un medio para conseguir productos y servicios, por lo tanto, se lo cuida al igual que nuestras pertenencias, alimentos y recursos naturales.
¿Cómo se lo obtiene? Con trabajo, en primer lugar, y con ahorros para hacerlo crecer.
Frases como: no topar lo ajeno, vivir con lo que uno gana, ahorrar para darse gustos… son aprendizajes de la niñez que los padres tenemos que inculcar. Hablar de las vacas flacas y de las cosas que no cuestan como caminar por la naturaleza.
La avaricia -dice el Papa Francisco- es un pecado que no es de la billetera sino del corazón, del que uno puede curarse reflexionando sobre la muerte ya que los bienes terrenales no caben en el ataúd.
Por otro lado, el despilfarro de cosas, el malgastar el dinero nos hace perder oportunidades de negocios, de cumplir metas y pagar deudas. Nos vuelve hiperconsumistas y dispersos.
En una frase -que los niños deben conocer-, cuidar el dinero nos hace dormir tranquilos y vivir en paz.